viernes, 6 de enero de 2012

...regalos




El esperado día de Reyes esta llegando a su fin. Después de un dia de muchas emociones solo queda sentarse a descansar, aunque a algunas personitas de la casa les cuesta resistirse. Os dejo con una reflexión acerca de la esencia de este día, de sus orígenes. Nos va bien recordarlo de vez en cuando...




La Navidad es época de regalos. Siempre lo ha sido. Pero nos sentimos incómodas al ver hasta qué punto predomina el aspecto comercial de la fiesta. Les decimos a nuestros hijos que recuerden cuál es la verdadera razon de ser de las Navidades, aunque a nosotras mismas nos cueste recordarla cuando nos vemos atrapadas en el caos y la conmoción de las fiestas.

Reflexionemos hoy sobre el papel real de los regalos en la historia de la Navidad. Aquéllos fueron unos regalos envueltos en milagros y probablemente por eso no los encontramos en las tiendas ni el los catálogos de venta por correo. El primer regalo fuel del Espíritu: amor incondicional. El siguiente regalo lo hizo una adolescente judía qie se llamaba Miriam y a quien su familia y sus amigos llamaban María. Su regalo de Navidad fue la abnegación, la renuncia total al ego y la voluntad necesaria para traer el cielo a la tierra. Los regalos de su prometido, José, fueron la confianza y la fe. Tenía confianza en cuanto a que María no esperaba el hijo de otro hombre sino que creía que realmente había un plan divino para sacarles del apuro. El niño trajo perdón. Plenitud. Segundas oportunidades. Los regalos de los ángeles fueron noticias de consolación, alegría y paz, la garantía de que no había nada que temar y que lo apropiado era pues, alegrarse. El regalo del pastorcillo fue su generosidad: su cordero favorito como regalo para el bebé. Los regalos de la esposa del posadero fueron la compasíón y la caridad; un lugar cálido, seco y seguro para la familia sin hogar, su mejor cubrecama para abrigar a la madre y al pequeño, dar de comer a José, heno para el asno.

Tres Reyes de Oriente recorrieron un largo y penoso viaje siguiendo una estrella luminosa en busca de un rey que acababa de nacer. Los sabios habían anunciado la venida del Rey de Reyes y sus camellos transportaban tesoros con los que querían honrar su llegada. Pero cuando llegaron a Belén se encontraron al príncipe recién nacido en un establo en vez de en un palacio. Los sabios se llevaron una gran sorpresa y desenvolvieron el oro, el incienso y la mirra, pero sus verdaderos regalos fueron la maravilla, la aceptación y el valor. Ofrecieron maravilla renunciando a la lógica, la razón y el sentido común. Aceptaron lo imposible y dejaron el escepticismo en suspenso durante el tiempo suficiente para engañar al loco rey Herodes, que buscaba frenéticamente al niño que iba a cambiar el mundo. Con valor, arriesgaron su propia vida, los sabios ayudaron a la joven familia en su huida hacia Egipto en busca de refugio.

Oh, sí. La Navidad es época de regalos, Nada excepto regalos. ¡Pero qué regalos! Regalos atados con las fibras del corazón. Regalos que sorprenden y deleitan. Regalos que transforman lo mundano en milagrosos. Regalos que alimentan el alma tanto de quien los hace como de quien los recibe. Regalos perfectos. Regalos auténticos. Los regalos del Espíritu, de una adolescente asustada, de un desconcertado novio, del niño, de los ángeles, del pastorcillo, de la esposa del posadero. Los regalos de los Reyes Magos.
Amor incondicional. Abnegación. Confianza. Fe. Perdón. Plenitud. Segundas oportunidades. Confortación. Alegría. Paz. Garantías. Generosidad. Compasión. Caridad. Maravilla. Aceptación. Valor.
Hacer tales regalos. Abrir verdaderamente nuestro corazón para recibir tales regalos con agradecimiento.
Una Navidad no es Navidad sin regalos.

S.Ban Breathnacht

domingo, 1 de enero de 2012

...Feliz Año Nuevo!


(...) el tiempo es la generosa dádiva del Año Nuevo: trescientas sesenta y cinco luminosas mañanas y noches estrelladas; cincuenta y dos prometedoras semanas; doce meses llenos de cambios colmados de bellas posibilidades y cuatro espléndidas estaciones. Un año lleno de encanto de las cosas simples para saborear.  Sarah Ban Breathnach